Me mudo a Tumblr

Publicado: marzo 6, 2012 en General

 

Desde hace un tiempo sigo con Café Beirut pero en un nuevo emplazamiento. Es posible que este blog de WordPress vuelva a estar activo algún día. Pero de momento, aquí dejo la dirección del nuevo Cafe Beirut

http://pelayobarro.tumblr.com/

Muchas gracias por tu visita y perdona las molestias!

Óscar Vega es el bombero que sale en primer plano en esta fotografía, que ha sido galardonada con el Pulitzer 2011 en la categoría ‘Imágenes Noticiosas’. Vega, de 32 años, recordaba aquel 14 de enero de 2010 que habían conseguido resctar a este niño haitiano de 2 años escavando entre los escombros con sus «propias manos», ya que el equipamiento técnico aún no había llegado desde España. Carol Guzy, fotógrafa del Washington Post y de la agencia Asocciated Press, firma la instantánea.

Enhorabuena al leonés Óscar Vega y a sus seis compañeros que fueron desplegados en Haití por aquel devastador terremoto.

Más info: la crónica de EFE en la que se relataba el suceso.

Es una fotografía impactante. Digna de un World Press Photo o cualquier otro galardón de primer nivel. Por su técnica y por la historia que cuenta: la de Fabienne Gismar, una adolescente de quince años que cometió el error de sumarse a las hordas de saqueadores que ‘devastaron’ Puerto Príncipe, capital de Haiti, tras el terremoto de enero de 2010. Cuando volvía a su hogar portando unos pocos cuadros que robó de una tienda de decoración, la policía -que había recibido orden de disparar contra cualquier saqueador- abrió fuego y una bala acabó con su vida. La imagen la firma el fotoperiodista (¿sueco?) Paul Hansen, quien por aquel entonces trabajaba para la agencia Reuters.

La foto sería una más entre la vorágine de imágenes de tragedias, desastres, muertes y llantos que llena cualquier exposición de fotoperiodismo actual. Una más, quizás con vocación de ser recordada más que otras, pero una más. Si no fuera porque tiempo más tarde conocimos esta otra fotografía, que redimensionó el impacto de la primera.

En esta otra imágen pueden verse los momentos posteriores a la muerte de Fabienne, cuando media docena de fotógrafos se afanaban en conseguir la instantánea más perfecta. Correciones de luz, mejores encuadres… aquellos fotógrafos estaban allí porque aquel momento olía a premio. Al menos, eso es lo que dicen quienes se muestran un ‘poco’ críticos con esta fotografía. Quienes se muestran críticos de verdad no les llaman fotógrafos, les llaman ‘buitres’ que han hecho del sufrimiento humano el fruto más fértil de su trabajo.

Sin embargo, yo no lo tengo tan claro. Ellos, los fotógrafos, siempre alegan que están contando una historia. Hace 5 años, yo trabajaba en un pequeño periódico de provincia. Tuve la oportunidad de entrevistar a seis fotoperiodistas -as, chicas- que habían ido a Gijón a presentar una especia de cooperativa de freelances. Allí estaban la polaca Justyna Mielnikiewicz, la iraní Newsha Tavakolian, la brasileña Marizilda Cruppe, las francesas Bénédicte Kurzen y Agnés Dherbeys, y la española Lourdes Segade. Entre todas, han cubierto casi la totalidad de los conflictos armados de la última década. Ahora, todas ellas tienen ya un nombre reconocido en el mundo del fotoperiodismo, e incluso algunas de ellas tienen un World Press Photo en su casa como Dherbeys. Salió el tema del sufrimiento humano y la fotografía. Cruppe me contó una historia que me impactó y, en aquel momento, me convenció.

Esta brasileña me contó que uno de los momentos más duros de su carrera se lo encontró en África (no recuerdo el país), donde presenció como un niño fue herido de muerte durante unos disturbios. Yacía en la calle, y Marizilda le hacía fotos mientras un grupo de personas trataba inútilmente de salvarle la vida. Le pregunté que qué se siente en ese momento, y me fue clara: «ese niño iba a morir, y me preguntaba qué hacía yo allí, esperando a fotografiarle. Pero entonces fui consciente de que estaba contando una historia de la que él era la víctima y yo su narradora, una historia que debía ser contada».

La historia de Fabienne va en la línea de lo que me contó aquel día Marizilda. Siempre que veo una de estas fotografías recuerdo aquellas palabras.

Por otra parte, también es cierto que muchas de esas imágenes que hemos visto a lo largo de decadas se han convertido en iconos de una lucha o denuncia social concreta, y cuyo impacto en occidente consiguió la movilización social necesaria para cambiar, aunque fuese sólo un poco, la historia. Hablo de aquellas fotos de la ejecución de un vietnamita en plena calle de Saigón, aquellos niños quemados por el napalm norteamericano en la selva, o el niño -que no niña- acosado por un buitre mientras agoniza por la hambruna -recomiendo leer ‘Carter no se suicidó por esta foto’– …

Yo, por mi parte, sigo sin tenerlo claro…
PD: El mismo día que la prensa internacional publicaba las crónicas de la muerte de Fabienne, también se informaba del hallazgo entre los escombros de un niño de siete años vivo, que había pasado sepultado más de ocho días. En los momentos felices también hay fotógrafos. Ambas instantáneas son dos trozos de la realidad de aquel momento. Pero ésta no creó debate…ni tampoco ganó premios.



Los USA no aprenden… ahora, la CIA armará a los rebeldes libios, como al Irak de Sadam Husein, como a los muyahidines de Bin Laden que lucharon contra la URSS en Afganistán, como al Irán de los ayatolás…


Parece que los EE.UU. no aprenden. Obama ha dado luz verde para que la CIA comience a armar a los rebeldes libios para que sean ellos, ante la imposibilidad de una misión internacional terrestre, los que derroten a Muhamar Gadafi. Cuando comenzaron las revueltas, recuerdo que ví una imagen de un rebelde libio armado con un misil Stinger, fabricado por Estados Unidos. Los ví en las primeras fotografías que enviaban las agencias de noticias desde Libia. USA está en el campo de batalla desde el primer momento. A su manera, como antaño. Ejercitos de todas las partes del mundo se enfrentan con las armas que fabrican las industrias Colt, United Technology Corporation y otras grandes firmas. No juzgo estos hechos, ni hablo en términos antimilitaristas. Eso lo dejo para el lector. Simplemente remarco la casuística que ha venido rodeando a la política exterior norteamericana de las últimas decadas.

En la decada de los 80, la URSS vivió su particular Vietnam mientras trataba de asegurar su protectorado sobre Afganistán. Miles y miles de soldados rusos perdieron la vida en combates contra los muyahidines afganos, luchadores insaciables e incansables decididos a terminar su vida antes que dejar vivo a su enemigo. Aquellas armas, aquellos misiles capaces de destrozar los carros T-62 que formaban las columnas de los ‘invasores’ rusos, eran entregados directamente por la CIA al comandante jefe de los muyahidin. Aquel hombre que abandonó a su familia, a su emporio empresarial y dejó su país, Arabia Saudí, para convertirse en la cabeza de los nuevos mártires islámicos. Aquel ‘Che Guevara’ del Islám se hizo tristemente célebre aquella mañana del 11 de septiembre de 2001. Ese día en que todo cambió, y el que fuera amigo se convirtió definitivamente en enemigo.

Paralelamente, en los años 80, Irak e Irán se encontraban inmersos en una larga e intensa guerra. Ambos países luchaban en sus fronteras con armas de Estados Unidos. A Sadam, por aquel entonces aliado en la región de Estados Unidos, recibía armas, carros de combate e incluso bombas de racimo fabricadas en la ‘tierra de las oportunidades’. En Irán también había negocio. La CIA vendió armas a los ayatolás para financiar con aquel dinero a la contra nicaragüense -los 80 fueron unos años muy intensos para los funcionarios en la sombra de Estados Unidos…-

Recopilando: desde hace casi ya una decada, Estados Unidos tiene varios frentes abiertos en Afganistán, Irak, Pakistán, ahora Líbia. A Gadafi también le vendieron armas.Los Estados Unidos dedicaron 300,000 dólares durante el año 2010 a entrenar a fuerzas de Gadafi dentro del programa Capacitación y Educación Militar… Ahora, pensemos en cómo pasarán -o han pasado- a la historia personajes como Bin Laden, Sadam Husein, o Gadafi. Dentro de 20 años, alguien podría recordar que ese tirano que amenaza al mundo desde su trono en Trípoli fue armado por Barak Obama, aquel presidente norteamericano que ganó un Nobel de la Paz. Si es que no aprenden… o no quieren aprender.

PD: No son los únicos. Francia vendió también aviones Dassault a Libia, los mismos que ahora derriban sus Rafale.

 

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi una fotografía de un bombardero B2. Tendría unos once años, y el aparato era sólo un proyecto -muy ambicioso- de la USAF. Recuerdo que el hermano de un amigo mio de la infancia, muy aficionado a la aviación militar, tenía una revista en la que venía una foto de este mastodonte del cielo, y en la portada lo bautizaban como ‘el avión de los 2.000 millones de dólas’. Aquella cifra, el coste del proyecto, me impresionó. Más tarde, incluso leí que en las cercanías de la Base Aérea de USA donde se probaba este ingenio comenzaron a recibirse avisos de avistamientos de OVNIS. Una confusión relativamente comprensible, viendo la morfología del aparato. Decadas más tarde, hoy veo en la televisión imágenes de estos B2 partiendo desde Aviano hacia Trípoli para destrozar las defensas aéreas de Gadafi. Van, vuelven, y nadie los ve. Ni los huelen. Ni siquiera los intuyen. Así es el avión ‘invisible’ de Estados Unidos:

[WIKIPEDIA]

El Northrop Grumman B-2 Spirit (también conocido como el «Stealth Bomber» o «Bombardero Furtivo») es un bombardero estratégico polivalente desarrollado en Estados Unidos por Northrop Corporation con tecnología furtiva de «baja visibilidad» capaz de penetrar defensas antiaéreas para desplegar armas tanto convencionales como nucleares. Debido a su considerable coste y gasto de operación, el proyecto de este avión fue bastante controvertido en el Congreso de los Estados Unidos y entre los miembros del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos durante su desarrollo y puesta en servicio. Entre finales de los años 1980 y principios de los 1990 Estados Unidos tenia planeado adquirir 132 de estos bombarderos. A mediados de los años 1990, el Congreso aprobó la compra de una flota de sólo 21 de los B-2.

Se trata del avión más caro jamás construido. El coste de fabricación de cada B-2 rondaba los 737 millones de US$ en 1997.[3] Los costes totales de compra del bombardero alcanzaron una media de 929 millones de dólares por avión, incluyendo repuestos, equipamiento, actualizaciones y soporte de software.[3] El coste total del programa, incluyendo gastos de desarrollo, ingeniería y pruebas, se calcula que ronda los 2.200 millones de US$ por avión (en 1997).[3]

La Fuerza Aérea de los Estados Unidos ha operado con 20 bombarderos B-2. Aunque originalmente fueron diseñados en los años 1980 para escenarios de operaciones de la Guerra Fría, los B-2 fueron usados en combate para bombardear Kosovo a finales de los años 1990, y se ha continuado su uso durante las guerras de Irak y Afganistán actualmente aún sin finalizar.[4] Un avión B-2 fue perdido cuando se accidentó durante un despegue en el año 2008.[5]

Con una tripulación de dos personas, este bombardero puede lanzar hasta 80 bombas inteligentes de 500 libras (230 kg) de tipo JDAM, o 60 bombas nucleares B83 de 2.400 libras (1.100 kg), en una única pasada sobre los objetivos a través de defensas antiáereas extremadamente densas. Debido a su importancia estratégica, este avión furtivo ha sido objeto de actividades de espionaje y contraespionaje. Este avión se convierte en un gran espectáculo público cada vez que participa en exhibiciones aéreas desde los años 1990.

 

No se volverán a ver las imágenes de Muhama Gadafi ‘hospedandose’ durante sus visitas internacionales en una de las lujosas jaimas a las que nos tiene acostumbrados. Aviones de caza, submarinos, fragatas… un intenso operativo militar amparado por las Naciones Unidas bombardea estos días la capital libia, Tobruk, Misrata y el bastión rebelde Benghazi. España, como viene siendo tradición desde los últimos veinte años, participa activamente con el envío de una fragata, el submarino Tramontana un 787 de combustible y sobre todo cuatro F-18 para patrullas aéreas. Las defensas aéreas libias parecen haber saltado por los aires, o al menos así lo adelanta Estados Unidos. Con una Libia libre de antiaereos, la zona de exclusión aérea será una realidad. Pero ¿y que pasa con los efectivos de tierra? Si los aliados deciden borrar del mapa cualquier tanque leal a Gadafi, estaríamos hablando de una misión cuyo coste humano es enorme. Miles y miles de soldados libios morirán en los bombardeos de los Rafale franceses. No es una misión militar, ni un operativo de las Naciones Unidas. Libia vive una guerra, con todas sus letras. Y no está clara la victoria. Para nada. El objetivo es que Gadafi deje su ‘trono’ en favor de la oposición rebelde. Pero Tripoli es, a día de hoy, un cuartel general inexpugnable. Lo previsible es que el país se parta en dos, con una guerra civil entre el sector occidental y el oriental. Con las posiciones enrocadas, las previsiones apuntan a que sin una invasión terrestre del país ambos bandos quedarán atrapados indefinidamente en una lenta pero inexorable matanza diaria. Esto va para rato. Y me temo -y no soy el único- que Bahrein podría dejar de ser un problema local y acabar también bajo la alfombra de bombas de occidente.

Acabo de recuperar un documento que tenía guardado desde hace tiempo, y al releerlo me ha puesto los pelos de punta. Se trata de la transcripción de las conversaciones del vuelo United 93, el que estrellaron contra el suelo los pasajeros rebelados. El texto muestra la comunicació entre la cabina, la tripulación y la torre de control aéreo. Es impresionante el final. Escalofriante. Me surge una pregunta, para la que no he encontrado respuesta: ¿Quién fue el que dijo ‘no’ instantes antes de que el avión  se estrellase? ¿Algún secuestrador se arrepintió de lo que hacía en el último instante de su vida? flight93.transcript